La nueva cultura
Hasta que el
cambio no se define como la manera habitual de hacer las cosas en la
organización, no podemos estar seguros de su continuidad. En un sentido
metafórico, se disuelve en el torrente sanguíneo de la organización y se
materializa mediante nuevas conductas que arraigan en los valores y normas
compartidos, sin alternativa de retorno.
Identificamos
dos factores fundamentales para institucionalizar el cambio en la cultura organizacional:
El vínculo entre los nuevos métodos y las mejoras de
rendimiento
Cuando se deja
que sean los propios empleados quienes identifiquen este nexo mediante sus
propias observaciones, se corre el riesgo de que establezcan unas relaciones
erradas. Para evitarlo, el equipo de cambio ejerce una acción consciente que
muestra a la plantilla la forma en que las nuevas conductas, actitudes y
métodos han contribuido al éxito de la iniciativa.
Una vez más, la comunicación
adquiere aquí una dimensión crítica: en las reuniones de dirección y en los
comunicados internos mediante correo electrónico, boletines o portales, se debaten
las razones del mayor rendimiento y se significa la manera en que los cambios
han servido para conseguir mejoras.
El desarrollo del liderazgo y su sucesión
Se trata de
asegurar que los directivos que sucedan a quienes han promovido y apoyado el cambio,
asumirán los nuevos enfoques y métodos. Cambiar los requisitos de promoción se
convierte así en una tarea ineludible, si se busca una transformación duradera.
Tomar decisiones equivocadas en materia de sucesión puede frustrar años de
tenaz esfuerzo. En este sentido, la implicación de la máxima autoridad política
en las acciones de renovación, son un antídoto contra las decisiones erróneas
en esta materia.
Visión del cambio y visión del proceso de cambio
En
definitiva, las acciones de cambio – incluso las de más éxito – son muy
complejas y están plagadas de situaciones imprevistas. De la misma manera que
se necesita una visión del cambio sencilla, que sea comprensible e interesante
para los empleados, se necesita una visión clara del proceso de cambio para
evitar los errores que pueden determinar los límites entre el éxito y el
fracaso.